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Mariano Camacho, un orujero curtido en mil batallas

17/04/2016

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La tradición popular lebaniega dice que vecero es aquella persona que “toma la vez”, el que se encarga de conducir y cuidar el ganado de todo un pueblo durante un tiempo, definido este por el número de cabezas que poseía cada vecino.

El vecero debía de ser por tanto alguien al que le acompañara la responsabilidad ya que en su mano se ponía el patrimonio económico de todos los vecinos, porque la economía lebaniega se basaba en aquellos tiempos, en su totalidad, en la ganadería. La Agrupación Lebaniega de Santander, desea que permanezca en los tiempos este recuerdo de tan significativa figura y para ello creó este galardón, que cada año se entrega a la persona que es elegida por sus miembros allá por el mes de diciembre. En esta ocasión, tal distinción ha recaído en un hombre al que si hay algo que reconocerle es precisamente responsabilidad, por ello creemos que el acierto del nombramiento es total.

Nacido en Porcieda, Vega de Liébana, en 1933, Mariano Camacho se puede considerar como un Vecero curtido en mil batallas, ya que muy pronto tuvo que comenzar a abrirse camino en la vida a base de mucho trabajo "porque entre otras cosas nos quedamos sin madre cuando yo tenía solamente año y medio".

El menor de tres hermanos: Pepe, Cipriana y nuestro protagonista, junto a sus padres, Pedro Camacho y María Dobarganes, comenzaron su andadura por la vida en la localidad de Porcieda, hoy pueblo abandonado. "Entonces éramos cuatro vecinos y llegamos a ser hasta 18 jóvenes, pero poco a poco fueron emigrando a Amércia hasta llegar a la situación de despoblamiento de ahora".

Mariano, joven e inquieto emprendedor, pronto se da cuenta que "hay que abrir caminos en la vida, que no nos podemos conformar con lo que hay porque tampoco aquello daba para vivir desahogadamente. Así en el año 1969 compramos el actual negocio decidiéndose que baje yo a atenderlo, quedando en Porcieda con el ganado existente entonces mis hermanos y mi padre. En Potes permanezco solo durante dos años hasta que, viendo que las cosas no nos iban mal, decidimos bajarnos todos, menos mi hermana que ya se había casado, a Potes. Alquilamos una finca en San Pedro donde teníamos alguna vaca y criábamos cerdos para vender, así íbamos compaginando todo un poco y saliendo adelante".

Cuenta que "nos costaba mucho luchar contra tantos frentes abiertos, porque entre otras cosas, apenas pudimos ir a la escuela, por lo que la única preparación era la que se iba acumulando con los tropezones de la vida". Aunque haciendo balance de todas las decisiones tomadas a lo largo de estos años, parece que tampoco le hizo mucha falta, quizá la escuela de la vida le enseñó "a la fuerza", más de lo que lo podían hacer las Enciclopedias de entonces.

Aquellos frentes necesitaban dinero, "pero todo el necesario no lo teníamos, por eso estoy muy agradecido a dos particulares: Esteban Cuevas, que en un momento determinado me dejó 500.000 pesetas de las de entonces cuando me embarqué en la batalla de la Orujera, aunque ya me advirtió que "Botín con ser Botín, necesita lo suyo". O lo que es igual, que me lo prestaba pero con devolución poco a poco y así fue. Y también a una señora a la que le pedí 100.000 pesetas para la compra del negocio con el que comenzamos y, después de una primera negación, me las dio, pero con el aval de la casa. Despues de pensarlo mucho acepté, aunque siempre pesó sobre mi conciencia la posibilidad de que todo saliera mal y dejara en la calle a toda la familia. Afortunadamente no fue así".

Tambien los bancos se portaron bien cuando los necesitó, "pero porque ya tenía buena reputación y confiaban en mí". Los momentos peores en lo que a los negocios se refiere, los recuerda Mariano coincidiendo "con el montaje de la orujera en Valmeo en 1987. Hubo muchos problemas, me pusieron el caramelo en la boca y después me lo quitaron sin terminar. Perdí los papeles y no aparecían, hasta que el arquitecto Miguel A. Berrazueta me sacó del apuro “buceando” en el ayuntamiento de Vega de Liébana buscándolos, hasta que aparecieron. Hubo muchas zancadillas que no me echaron para atrás hasta que salí adelante. Entonces solamente existía una y parecía que yo molestaba, pero no me amilané y seguí adelante defendiendo lo mío que a la vez era lo de mi familia. Finalmente lo logré aunque con mucho esfuerzo. Ahora me alegro, porque a partir de ahí otros empresarios se animaron y se dio el pistoletazo de salida al boom del orujo. Empecé con dos alquitaras “amarradas” de mala manera porque nadie me dijo como debía hacerlo, otra nueva que tenía me la confiscaron los de Aduanas, salió a subasta en Santander y la recuperé por lo que me había costado, y además añadí otras tres hasta juntar las siete que hay ahora, eso sí, ahora están bien puestas, fijas de obra y no con cuerdas. Las cosas seguían funcionando, traía las uvas de Castilla y Extremadura, cuando me jubilo cogen el testigo mi sobrino Segundo y su mujer Camino y lo siguen haciendo muy bien, eso sí las uvas ya se vendimian aquí, no hay que buscarlas en otros lados. El hecho de que lo hacen bien es que ya llevamos cosechadas cinco alquitaras de oro en las fiestas del Orujo, por algo será".

Agradece "profundamente a la Agrupación Lebaniega su designación como Vecero. Es muy gratificante y de agradecer que se reconozca el trabajo de toda una vida, porque eso ha sido mi vida, un devenir de trabajo constante, una lucha diaria hasta llegar donde nos encontramos".

En esa dilatada vida, cuenta Mariano que "hay momentos muy duros de aceptar", se le “aguan” los ojos en un gesto claro de emoción para seguir diciendo, "esos son sin duda la muerte de mi padre, mi hermano y mi hermana", para seguir diciendo que a pesar de todo "me encuentro muy bien con la vida actual, yo ya necesito poco y lo tengo, por tanto ¿Qué más voy a pedir?

Con esta pregunta nos despedimos dando la respuesta: nada, porque nada necesita un “Vecero”, recibirá su título el próximo domingo día 24, al que se le ve feliz, dicharachero como nadie, abierto con todos y sintiendo el cariño de vecinos y extraños, que llegan a Los Camachos con el reclamo añadido de encontrar a un hombre sabio, "aunque sin estudios", como Mariano.

Informa Pepe Redondo.


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