Empezamos este relato con Santos Narezo Pérez. Nacido en 1808, este lebaniego residente en Frama, que fue alcalde de Cabezón de Liébana varios años, era uno de los principales productores de vino de Liébana a mediados del siglo XIX. Incluso, fue uno de los primeros lebaniegos que utilizaron la publicidad en medios de comunicación para vender su producción como vemos en el anuncio adjunto, publicado en 1877 en el periódico La Voz Montañesa.
Santos Narezo, que falleció en mayo de 1884, fue distinguido, desconocemos el motivo, como Caballero de la Real Orden Americana de Isabel la Católica. Al parecer, él rechazó la distinción que, sin embargo, aparece reflejada en su esquela.
De él escribiría muchos años después Gabriel García Maroto: «Entregó su vida larga y serena, a los que precisaban justicia y no contaban con fortaleza ni conocimiento».
Santos debió de casarse dos veces. En primer lugar con María Roiz de la Parra y, tras el fallecimiento de ésta, ocurrido en 1851, con Tomasa de la Torre. Uno de los hijos que tuvo con su primera mujer fue Pablo, nacido en 1849, en cuya rama nos vamos a centrar.
Pablo Narezo emigró a México, donde ya se encontraba su hermano Francisco y, posiblemente, algún tío. Allí, en San Luis de Potosí en concreto, la familia, y el mismo Pablo, disfrutan de una desahogada posición económica que les hace aparecer como inversores en diferentes empresas. Allí se casa Pablo en 1889, cuando ya tiene 40 años, con Sara (o Sarah, como ella lo escribía) Dragoné Miranda, de 18. El matrimonio tendrá cuatro hijos (Alfonso, Irene, Amelia y Enrique) antes de que Pablo fallezca en una fecha que desconocemos. Lo que sí sabemos es que en julio de 1905 Sara, "viuda de don Pablo Narezo", está en Frama con sus hijos para pasar el verano, habiendo llegado desde Barcelona donde "tiene su habitual residencia". Es probable que el traslado a España se produjera ya unos cuantos años antes, puesto que, según creencia familiar, Enrique, el hijo menor, nació en La Coruña a la venida de América, lo que, teniendo en cuenta que entró en el sorteo de quintos del Ayuntamiento de Cabezón de Liébana de 1918, debió producirse hacia 1897-98.
Estas estancias veraniegas de la viuda e hijos de Pablo Narezo en Frama, que se prolongaban varios meses (algún año desde mayo hasta octubre), se repetirán durante los años siguientes y las noticias que de ellas publica La Voz de Liébana nos permiten ver su implicación con su pueblo de Frama y la buena aceptación entre los vecinos. Ya en 1906 dice que Sara "supo captarse en el verano anterior justas y merecidas simpatías" y, seguro que también lo haría aquel agosto cuando, con motivo de las fiestas de San Bartolomé, hubo en su casa, como en la de los Gómez de Bedoya, fuegos artificiales y bailes. Además, ese verano de 1906, "el día que el Excmo. Sr. Obispo de León bendijo las dos hermosas campanas que dicha señora ha regalado a la Iglesia parroquial de Frama, repartió a cada vecino del pueblo un pan de tres libras y cuatro cuartillos de vino".
No es de extrañar, por ello, que cuando se casan, en octubre de 1906, Santiago Gil, el maestro del pueblo, y Concepción Santos Narezo sean Sara Dragoné y su hijo Alfonso Narezo los padrinos. O lo ocurrido en agosto de 1908 cuando "el quinteto El Despertar Lebaniego obsequió en la noche del jueves último con una serenata a la muy respetable señora, que se halla veraneando en Frama, doña Sarah Dragoné, con motivo de celebrar ésta, su fiesta onomástica el 7 del actual".
Pero Sara va a hacer algo más por Frama. Va a costear, junto a Cesáreo Gómez de Bedoya, la construcción de la escuela del pueblo sobre unos terrenos donados por ellos y por Jacoba y Engracia Roiz de la Parra y Rosa Movellán Roiz, que debían ser familia de la madre de su difunto marido Pablo. Fue en 1909. De ello quedó constancia en una placa colocada en el edificio.
Como agradecimiento a estas actuaciones, antes incluso de concretar la última de ellas, el Ayuntamiento de Cabezón de Liébana declaró en 1908, a solicitud de los vecinos, a Sarah Dragoné "Hija adoptiva" del pueblo de Frama. En concreto, en el título de concesión se destaca que «además de los innumerables actos de caridad que ha ejercitado con el sigilo y secreto que el precepto evangélico recomienda, socorre a los necesitados particularmente, contribuyendo a levantar las cargas del pueblo como si fuera verdadera vecina y en mayor grado que cualquiera de estas, costeando de su bolsillo particular reformas y mejoras de tanta consideración, como las campanas con que ha dotado a la Iglesia Parroquial, y ha ofrecido contribuir con la esplendidez que acostumbra, a los gastos de construcción de la nueva Escuela: por cuyos actos de generosidad se hallan los exponentes profundamente agradecidos, no encontrando modo más adecuado de demostrar a expresada Señora, su reconocimiento y gratitud que declarándola hija adoptiva» de Frama.
En 1908 ya su hijo Alfonso había ingresado en la Sociedad Económica de Amigos del País de Liébana a la que representó en 1811 en el Congreso Americanista celebrado en Barcelona.
En el verano de 1906 también estuvo en Frama, junto a Sara, Natalia Narezo. Natalia era otra hija de Pablo, que había tenido en México con una nativa antes de casarse con Sara. De Natalia dice La Voz de Liébana que estaba casada con «el ilustre abogado de la ciudad Condal, don Enrique Rodríguez, quien procedente de Sagua la Grande (Cuba) donde en la actualidad se halla, llegará al pueblo de Frama en los primeros días del mes de agosto». A primeros de septiembre dirá que Natalia marcha desde Barcelona a Veracruz por ser su esposo «vice-cónsul de la Republica Cubana en aquel puerto mexicano».
En Frama, con el paso de los años, aparecerán también los que se convertirán en esposos de las hijas Irene y Amelia: Federico Beltrán y Gabriel García Maroto, dos importantes personajes de la cultura española de aquellos años (pintores ambos y el segundo, además, escritor) como veremos en las siguientes entregas.
Sigue en La familia Narezo (II).