Todos los lebaniegos guardan en su memoria esta fecha del 14 de septiembre. Durante cientos de años se ha celebrado en ese día solemne eucaristía y comida campestre en el monasterio de Santo Toribio de Liébana en torno al Lignum Crucis. Desde 1.900 esos festejos se extienden a Potes y abarcan varios días. Hay actuaciones y entretenimientos para todos los gustos y edades, para los locales y para los foráneos. Todo el mundo es acogido en Liébana con los brazos abiertos. El concurso de bolos que se celebra al menos desde principios de siglo, goza de reconocido prestigio. También hay, y había, fuegos artificiales, desfile de gigantes y cabezudos, feria de ganado, música y verbenas, mercadillo de productos tradicionales… y, durante las primeras decadas, había comida para pobres... Su importancia y solera se vio reconocido al ser declarada en 1993 Fiesta de Interés Turístico Regional.
Pero, ¿cómo comienza esta historia?
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Esta historia comienza hacia el año 327 cuando Santa Elena, madre del emperador Constantino, encontró la cruz en la que Cristo había muerto y decidió partirla en tres partes, una se quedaría en Jerusalén, el brazo izquierdo, otra parte iría a Roma y la última a Constantinopla. La fiesta de la exaltación de la Santa Cruz se remonta a la primera mitad del S. IV, según la "Crónica de Alejandría".
En el siglo V nos encontramos en Jerusalén a un monje de nombre Toribio como custodio, guarda, de las reliquias allí conservadas. Toribio de Astorga viaja a España con las reliquias en un arcón de madera porque esa tierra iba a caer en poder de los persas.
Años más tarde, en el 711, comienza la invasión de la Península Ibérica por los musulmanes y se inicia poco después en los Picos de Europa, con Pelayo a la cabeza, lo que acabará siendo conocido como "la reconquista". Desde estas fechas, muchos cristianos del interior buscan refugio en estas tierras montañosas del norte a donde llegan huyendo y trayendo consigo sus más preciosas posesiones. Hay referencias a que en el 754, el rey asturiano Alfonso I junto a muchos cristianos y clero, acompañó el cuerpo de Santo Toribio de Astorga y las reliquias traídas de Jerusalén hasta el monasterio, entonces llamado de San Martín de Turieno, monasterio benedictino. Es posible, sin embargo, que el traslado fuera posterior, en los siglos IX o X. Allí, en el mismo lugar en que el monje Beato escribe en el siglo VIII sus famosos Comentarios del Apocalipsis y otras obras, el cuerpo de Santo Toribio atrae durante siglos la veneración de los fieles. De 1316, es el primer testimonio escrito que se conserva de la presencia de la Cruz en este lugar, donde ha permanecido siendo cada año que pasaba más venerada, sobre todo desde la segunda mitad del siglo XV. A la tumba del santo hace mucho tiempo que se le perdió la pista, al igual que a otras reliquias. Pero la Cruz siguió atrayendo a enfermos y posesos que buscaban su contacto para recuperar la salud, o a peregrinos, que en su ruta del norte camino de Santiago, decidían desviarse para adorar el Lignum Crucis allí custodiado. En el siglo XVI el cronista benedictino Fr. Prudencio de Sandoval deja constancia escrita de todas las reliquias allí existentes, así como de la tumba del santo, de la utilización de la Cruz ante las tempestades y desastres naturales, o con los posesos, y de los cientos de personas que acuden a ella.
El monasterio terminó perdiendo su nombre inicial a favor del de Santo Toribio de Liébana hacia el siglo XII. La Cofradía de la Cruz se crea, en principio dedicada al Santo cuyo cuerpo se veneraba en el monasterio, en el año 1.181 y en la actualidad son muchos los cofrades con que cuenta. La tradición de "La Vez", por la que desde el 16 de abril al primer domingo de octubre dos personas de cada pueblo, por orden establecido, se turnan todos los viernes para adorar la Cruz, todavía hoy se conserva. Miles de peregrinos han cumplido y siguen cumpliendo con el jubileo cuando la fecha del santo, 16 de abril, cae en domingo. Fue en 1512 cuando, ante las peticiones realizadas desde Santo Toribio, el papa Julio II otorgó la bula que inició un proceso de probanza que culmina en 1515 con la bula de su sucesor, León X, que reconoce el jubileo de una semana que fue ampliado a todo un año en 1967 por Pablo VI, privilegio del que sólo gozaban, tradicionalmente, Roma, Jerusalén y Santiago de Compostela. El Lignum Crucis de Santo Toribio sigue atrayendo, su esencia se mantiene.
Actualmente, los lebaniegos, como durante siglos, siguen venerando el Lignum Crucis que, a pesar de los muchos avatares de la historia, se sigue conservando en el Monasterio, hoy guardado por los franciscanos. Es el mayor pedazo de la Cruz de Cristo que se conserva: mide 63,5 cm. por 39,3 cm., mantiene intacto el hueco del clavo, y las pruebas científicas a que fue sometido en 1958 verificaron que se trata de madera de una variedad de ciprés muy común en Palestina y con una antigüedad que bien podría tener 2.000 años.
Otro ejemplo gráfico de la mucha historia de estas Fiestas es, este otro, en esta ocasión con el sonido y la imagen del NODO de 1958. Pulsar, a la derecha, en vida religiosa.
También podemos leer la crónica que hizo el 30 de septiembre de 1925 "Voz de Liébana" sobre las fiestas de ese año y la imagen que acompañó.
Tradicionalmente, el día de La Cruz destacaba por los cultos al Lignum Crucis y la celebración en el entorno del Monasterio de una gran romería, con su comida campestre y demás (llamamos la atención, en particular, sobre la mención al mayo. En el libro "Liébana y los Picos de Europa", publicado en 1913 por La Voz de Liébana, leemos:
"Todas las romerías lebaniegas, como que se compendian y resumen en la de la Cruz, la verdadera romería por lo que tiene de peregrinación. Los progresos del siglo han posado su irrespetuosa huella en estas frondas siempre verdes en que el ex Monasterio de Santo Toribio oculta su tesoro inapreciable, pero aquí la poesía no levantó su campo: la tradición subsiste.
¿Qué importa si el camino viejo, sombrío, culebreante, penoso –penitencial- sucumbió bajo los terraplenes de la moderna carretera y en la espesura montés repercuten los cascabeleos de los tiros de coches y tartanas, y los baladros de los automóviles? La tradición subsiste. Liébana toda se despuebla cada año el 14 de Septiembre, y llena los caminos y veredas de sus valles con grupos de romeros madrugadores. Liébana se prosterna ante el signo de la Redención, y hace después de orar la égloga más galana bajo los robles y los castañares.
(...) allí estaba el pintoresco cuadro de las comidas de fiambre sobre el césped, en una fiesta encantadora de color y de ruidos; el baile típico de la pandera y el redoble; el enhiesto mayo con su señuelo en la cúspide; las mozas garridas que rifan un pañuelo de seda y una tarta, y a cambio de unos céntimos emplazan vuestros nombres en un padrón de la fortuna; los puestos de confituras y jaropes bajo el arco de la vieja hospedería; la turba de mendigos (...).
La tradición subsiste. Ella nos dice que Toribio, el eremita lebaniego, retirado a esta soledad de La Viorna después de su glorioso apostolado episcopal, quiso un día levantar un templo. Y saliendo de su austera morada de Cueva Santa –esta cueva que hay en lo más áspero de la montaña, y en la que el día de la Cruz, al alzar de la misa mayor, resuenan las descargas de la dinamita- arrojó su cayado monte abajo; descendió a recogerle y otra vez lo arrojó con gran esfuerzo; y allí donde cayó la vez tercera edificó la iglesia".
¿Podríamos repetir ahora, como decían en 1913, que "la tradición subsiste"?
"La Cruz" un año más.
14 de septiembre: Exaltación de la Cruz en Santo Toribio de Liébana y fiestas en Potes durante esos días.