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Osos en Liébana

El oso ha sido protagonista de la vida de los lebaniegos durante siglos. La presencia de este omnívoro era muy común. Era el señor del bosque. En la actualidad está en peligro de extinción.

Basta remontarse a los primeros tiempos de la Reconquista para encontrarnos al hijo de don Pelayo, Fávila, muerto por un oso en los montes de Cosgaya, según cuenta la tradición. En la leyenda de fundación del monasterio de Santo Toribio de Liébana, un oso y un buey ayudan al santo a construirlo. Pero las leyendas dan paso a los hechos y hay constancia documental, sentencias arbitrales de 1672 y de 1758, de la regulación de su caza en el valle de Valdeaniezo, al tener que acudir a las cacerías un vecino de cada casa y, en caso de matar a un oso, repartir el cuero por pueblos, según un orden establecido.

A comienzos del siglo XIX el diccionario geográfico "Itinerario descriptivo de las provincias de España, y de sus islas y posesiones en el Mediterráneo", (traducción libre de 1816 del escrito en 1809 por Alexandre Laborde) definen a la región de este modo: "La Liébana abraza un terreno de 10 leguas de largo y 4 de ancho que en la mayor parte es áspero y lleno de montes en cuyas cimas hay siempre nieve y entre sus terribles y espantosas breñas habitan osos y otras fieras".

A principios del siglo XX sólo quedaban osos en Pirineos, Cordillera Cantábrica y en los núcleos montañosos próximos a ella. Los osos que deambulan por nuestro territorio pertenecen a la población oriental, de las dos en que se divide la Cordillera Cantábrica. En 1952 no quedaban más que unos 20 ejemplares en la Cordillera Cantábrica.

Comienza el siglo XXI con la población cantábrica bastante más numerosa que la pirenaica acercándose al centenar de ejemplares distribuidos en esos dos grupos, oriental y occidental, incomunicados entre sí. A la oriental, correspondían unos 30 ejemplares que presentaban serios problemas de pervivencia con pocos nacimientos de oseznos, un número de machos que duplicaba al de hembras y una viabilidad genética muy pequeña dada esa incomunicación con el grupo occidental. La subpoblación oriental ocupa unos 2.100 km2 por la Montaña palentina, entre las cabeceras de los ríos Carrión y Pisuerga, y la Montaña oriental leonesa, con incursiones por terrenos del oriente de Asturias, y presencia consolidada en los montes cántabros de Campoo de Suso y Liébana.

En la actualidad, la población de oso pardo ha crecido hasta situarse en los 200 ejemplares en la Cordillera Cantábrica, según estudios encargados por el Gobierno del Principado a la Universidad de Oviedo y al Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Entre sus conclusiones, destaca el aumento del tránsito de ejemplares entre la población occidental y la oriental, y la aparición de híbridos de osos por el cruce entre ejemplares procedentes de las dos poblaciones. La población occidental sigue siendo la más numerosa y habita principalmente territorio asturiano, mientras que la oriental ocupa los montes de Castilla-León y Cantabria.

HISTORIAS DE OSOS

Las historias de los pueblos y las hemerotecas están llenas de historias de cazadores y osos. Como aquella osa que unos cazadores de Potes mataron en 1902 en Peña Sagra cuya grasa pesó 3 arrobas, en un tiempo, que venía de antiguo, en que se consideraba su poder curativo. O aquel otro cazador de Cahecho, que mató a hachazos a un oso e hizo huir a otro. O aquel muchacho que en los montes de La Vega, en 1920, subido a una peña, arrojó piedras a una osa, a la que hizo huir, se apoderó de su osezno, al que tapó la boca con un pañuelo, y lo llevó al pueblo. Unas horas después se organiza una batida dirigida por el muchacho, encontrando otros 2 oseznos, pero cuando se los llevaban, apareció la osa que se lanzó tras ellos. Dispararon pero…, ¡pies para qué os quiero!, y huyeron escapando entre la maleza.

En Los Santos de 1905 se exhibió la cabeza y la piel de un oso muerto en Espinama el 31 de octubre, en Monteacebo, y que fue adquirido para enviárselos al Rey. El mismo día se exhibió otra piel de una osa cazada el día 1 en el monte Hoyo Tejera por el vecino de Buyezo Domingo Cires habiendo salido además otros cuatro osos con dos "escañetus" , sin que se hubiera dado principio a la montería, dirigiéndose uno de ellos en vertiginosa carrera al ojeador Leonardo Viaña que sólo tuvo tiempo de pretender subirse a un haya, siendo alcanzado por el animal, que se "entretuvo" en descalzarle una albarca, con tanto esmero y cuidado, que sólo le causó ligeras heridas en las piernas, arrojándole después de un "cariñoso manotazo" por la pendiente del monte.

Hay otras historias más tristes de muertes de cazadores. O de accidentes derivados de ello, como aquellos 4 cazadores que perecieron congelados en una batida de osos en Bedoya a los que sorprendió el frío, la niebla y la nieve en el Año Nuevo de 1920.

Historias hay muchas. Algunas traspasaron nuestras fronteras y seguro que formaron parte de más de una tertulia de la época. Tertulias reales.

En las visitas de Alfonso XII o Alfonso XIII a Liébana participaron en cacerías de osos no solamente de rebecos. Por ejemplo, en la que participó Alfonso XII en los montes de Bedoya el 21 de agosto de 1882. Se habían visto 3 buenos ejemplares los días antes pero ese día no lograron ninguno. Cacerías en que iba acompañado por nobles y aristócratas nacionales e internacionales, como el príncipe de Mónaco.

La fama de tierra de osos era merecida y se reconoció, en forma de Monumento al Oso. Fue obra de Jesús Otero realizada en piedra blanca en el año 1972. Se encuentra situado en el collado de Llesba a 1609 m. de altitud.

Más recientemente, en diciembre de 2008, dos osas y un osezno fueron los involuntarios protagonistas de programas de televisión y páginas de periódicos al merodear durante varios días por Caloca. El pueblo tuvo fama durante un tiempo, y toda España reparó en la riqueza y estado de conservación de los montes, bosques y montañas de Liébana que son capaces de dar cabida y alimentar a los pocos osos que aún perviven. (Ver vídeo de antena3).

En la actualidad, Vicente y Elsa son los componentes de la patrulla del oso de la Fundación Oso Pardo que, junto a la Guardería de Montes, se ocupan de vigilar y seguir el rastro de estos visitantes de nuestros bosques, otrora reyes de ellos. Así, han detectado el último parto, que fue de dos osos, en la primavera de 2006 en el monte de Vega de Liébana. Y también afirman que las osas con crías no hibernan en los últimos años en Liébana, porque dicen, los inviernos son cada vez más suaves y encuentran mucho alimento. Ellos han confirmado, como recogió El Diario Montañés, que este pasado otoño del 2010 ha sido en el que más avistamientos ha habido desde 1995. Concretamente han localizado a tres osas con sus crías, en total 5, y otros 8 machos. Sin embargo, el número de plantígrados en la zona oriental no ha variado en la última década que continúa siendo de unos 30.

La caza del oso fue prohibida de forma temporal en 1952 y de forma definitiva en todas las Reservas Nacionales en 1967. Desde 1973, la especie está protegida y su caza prohibida en todo el territorio español. En 1995, el nuevo Código Penal estableció un castigo de hasta dos años de cárcel por matar a un oso y lo tipificó como delito ecológico. En la actualidad, matar a un oso puede ser penado con multas de hasta 300.000 euros.

Medidas de Conservación como el Plan de Recuperación del Gobierno de Cantabria, decreto de 1989, o la Estrategia para la Conservación del Oso Pardo cantábrico desarrollado por la Comisión Nacional de Protección de la Naturaleza, en octubre de 1999, han logrado mejorar su situación.

Las comunidades de Cantabria, Asturias, Castilla y León y Galicia cuentan con planes de recuperación, con medidas contra el furtivismo, el mantenimiento de los hábitats naturales, el aumento y mejora de proyectos de investigación y de programas de sensibilización entre la población, así como compensaciones a los sectores agrícolas o ganaderos que viven en zonas oseras y el pago de daños producidos por estos animales.

El pasado 25 de octubre de 2010, la Real Federación Española de Caza (RFEC) y la Fundación Oso Pardo (FOP) firmaron un convenio de colaboración para desarrollar actividades conjuntas dirigidas al conocimiento, divulgación y la compatibilización de la caza y la conservación del oso pardo, tanto en la Cordillera Cantábrica como en Pirineos apadrinados por la Obra Social Caja Madrid y la Fundación Biodiversidad del Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino que ya coloboran con otras medidas. El 3 de enero de 2011, Medio Ambiente anunció una inversión de 1,7 millones de euros en proyectos de restauración del hábitat del oso pardo dentro del programa Red Natura.

El tiempo dirá. De momento los osos del siglo XXI gozan de protección, y los agricultores y ganaderos, también.

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