"Píldoras de Historia"

Inauguración del asilo de Potes en 1930

Gabino Santos Briz. 7/10/2020

Hoy se cumplen 90 años de la inauguración del Asilo de Potes, erigido en cumplimiento del legado del indiano Félix de las Cuevas. Lo vemos

EL DONANTE

Félix de las Cuevas González fue un indiano lebaniego que hizo en Méjico una importante fortuna. Nacido en Aniezo en 1830, falleció en México en 1918. Para conocer su vida y obra nada mejor que ver la página que le ha dedicado J. Ángel Cantero, en la web del Valle de Bedoya.

Como leemos en ella, ya en vida cuando «anunció sus deseos de construir un Asilo en Potes, preguntó por el número de camas que harían falta, así como el coste que ello acarrearía. "Es muy suficiente el número de 20 ó 25 camas para las necesidades de la zona. Dejándolo en 20 camas se podría mantener el Asilo con una renta de 15.000 pesetas al año para no tener escaseces", le contestan desde Liébana. En el mes de Noviembre de 1911 se concluye el anteproyecto de la obra con un costo total de 233.973,15 pesetas». En su testamento, dejó fondos suficientes tanto para realizar la obra como para mantener inversiones cuyos réditos permitieran cubrir los gastos anuales de mantenimiento.

EL EDIFICIO

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Las obras de construcción comenzaron en 1921 en el solar de una antigua viña en la entrada de Potes. Ya en marzo de 1924 estaban casi culminadas como dejó constancia el corresponsal en Potes del periódico santanderino El Cantábrico:

«está para terminarse la construcción del Asilo para ancianos, que será, si no el mejor, uno de los primeros edificios de la villa.
Nosotros hemos visitado detenidamente el nuevo Asilo, y dudamos que en condiciones higiénicas, amplitud y orientación, haya alguno en la Montaña que pueda comparársele.
En la construcción del Asilo, que será destinado exclusivamente a refugio de los ancianos pobres lebaniegos, más que a la parte ornamental se ha atendido a sumar el mayor número de comodidades. Consta el edificio de dos pisos, sin contar los amplios bajos, en los que se instalará la capilla del establecimiento, y el desván, destinado a almacenes.
En el primer piso irán las cocinas, comedores, oficinas, salas de recibo y habitaciones que ocuparán las Hermanas encargadas del Asilo, y en el segundo, las alcobas de los asilados, en las que podrán alojarse cómodamente de cuarenta a cincuenta ancianos.
Las habitaciones, con todos los servicios de higiene, son amplias y tienen ventilación directa.
A todo lo largo del edificio corre una solana típicamente montañesa, que tiene 25 metros de extensión por uno y medio de ancha, cubierta por el tejado del edificio, y por la que podrán pasear cómodamente los ancianos.
Rodea al magnífico edificio una extensa huerta, susceptible de toda clase de cultivos, a la que baña el Deva, y que se destina al recreo de los asilados
».

Acababa aquella crónica El Cantábrico recordando al donante, Félix de las Cuevas, para quien pedía el nombramiento como "hijo predilecto" de la villa, y a su hermano Manuel, que, como albacea, había llevado a la práctica su legado.

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Por tanto, el edificio estaba prácticamente concluido en 1924. Sin embargo, su puesta en marcha se demoró unos cuantos años ya que, por un lado, se debió dar forma legal a la Fundación, cuya escritura, según J. Ángel Cantero, se otorgó el 17 de julio de 1928 y, por otro, hubo que completar las instalaciones, como la del suministro de agua para la cual fue necesario hacer obras en la carretera para las que se recibió autorización en octubre de 1928.

Cuando, por fin, se dio por finalizada la obra, el edificio contaba con «comedores para hombres y mujeres, independientes unos de otros; habitaciones individuales, despacho, sala de costura y un amplio corredor para que los ancianos tomen el sol, calefacción a vapor y cocinas modernísimas, agua corriente y espléndido alumbrado eléctrico. En la planta baja se halla la instalación de calderas y maquinaria para la conducción de la calefacción a vapor al edificio y un amplio lavadero, con sus correspondientes grifos para agua caliente y fría». En la capilla se había instalado un retablo de nogal.

Como dijo La Voz de Liébana, «no se han regateado sacrificios para la mejor instalación».

LA INAUGURACIÓN

Fue el 7 de octubre de 1930 cuando tuvo lugar la inauguración, en un acto que, en palabras del corresponsal de El Cantábrico, estuvo «revestido de la mayor sencillez (cosa que no suele ocurrir en casos semejantes)». También La Voz de Liébana señaló que «se prescindió de toda ceremonia, firmándose el acta de entrega y entrando desde ese momento en funciones el Patronato de la Fundación, que le forman Don Juan Reda y Cuevas y el párroco y el alcalde de Potes».

Se hicieron cargo del edificio y de cuantos enseres tenía, tres Hermanas de la Comunidad de Religiosas de Nuestra Señora de la Compasión, que quedaban «al frente de la benéfica obra pía para cuidar a los ancianos menesterosos que a ella acudan».

Entre los numerosos asistentes se cita a tres familiares del donante, Félix Reda y Cuevas (que representaba a su padre Juan, que, algo indispuesto, no pudo asistir), Mariano Fernández Monasterio (que, además, era alcalde de Cillorigo) y Félix Cuevas Lamadrid. Junto a ellos, el alcalde de Potes, Jesús Fernández Huidobro; los párrocos de Potes y Tama y otros sacerdotes; el juez, el registrador, el médico...

Tras la inauguración, el Asilo tardaría en recibir sus primeros inquilinos. De hecho, al mes de su apertura, únicamente contaba con un anciano, fotografiado en El Cantábrico. Sin embargo, con posterioridad, han sido miles los ancianos lebaniegos que durante los 90 años de su existencia se han beneficiado de él, tanto en su versión inicial, de la que aquí hemos dado cuenta, como de la renovada tras la gran obra llevada a cabo por iniciativa de Don Desi desde la década de los 1980.

RECONOCIMIENTO

En el ayuntamiento de Potes, en sesión celebrada el 4 de noviembre de 1923, «con el fin de perpetuar la memoria del filántropo lebaniego don Félix de las Cuevas González con motivo de la construcción del nuevo asilo para ancianos, se acordó, por unanimidad, se dé el nombre de Félix de las Cuevas a la actual calle de San Roque, y esta última se denominará la transversal que existe desde aquélla a la de Jesús de Monasterio».

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